COVID-19: La importancia de celebrar el Triduo Pascual en casa

Delante a un mundo lleno de desafíos, celebrar el Triduo Pascual es fortalecer la fe y la esperanza

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La Semana Santa de la mayoría de los fieles católicos en el mundo está siendo diferente debido a esta pandemia del nuevo coronavirus. Muchos sin poder salir de sus casas no tendrán la posibilidad de celebrar el punto culminante de la fe cristiana en su parroquia. De esta manera, los fieles están llamados de manera especial, a través de la comunión espiritual, a experimentar celebraciones litúrgicas con esperanza y en comunión con su comunidad, a través de los medios de comunicación y de redes sociales.

Incluso en medio de tantos desafíos, ninguna celebración perderá su belleza y significado. Por esta razón, los fieles deben vivirla de un modo profundo, como siempre las han vivido, entregando a Dios este grave momento que la historia está enfrentando.

Celebrando el misterio salvífico de Cristo, a través del Triduo Pascual, todo católico, a pesar de no salir de su casa, está invitado con devoción a vivenciar y profundizar con recogimiento el amor de Dios revelado a toda la humanidad.

Por medio de las normas dejadas por la Iglesia “la casa, en cuanto espacio familiar, fue uno de los lugares privilegiados para el encuentro y el diálogo de Jesús y sus seguidores con las personas” (cf. Mc 1,29; 7,24). En las casas, Él curaba y perdonaba los pecados (cf. Mc 2,1-12), compartía la mesa con publicanos y pecadores (cf. Mc 2,15ss; 14,3), reflexionaba sobre asuntos importantes, como el ayuno (cf. Mc 2,18-22), orientaba sobre el comportamiento en la comunidad (cf. Mc 9,33ss; 10,10) sobre la importancia de escuchar la Palabra de Dios. (cf. Mt 13,17.43).”

De este modo, cada cristiano celebraba los misterios de Jesús en su casa, y tenía la posibilidad de unirse con la Iglesia, y vivir con fe la belleza de todas las celebraciones.

Acompañando entre gran momento en la fe cristiana, los fieles podrán vivenciar, a través de los medios de comunicación, el Jueves Santo, con la celebración de la última Cena, iniciando el Triduo Pascual, donde Jesús instituye el Santo Sacrificio como eterno memorial, centro y culmen de la Iglesia. Con el gesto humilde de lavar los pies a los apóstoles, deja el ejemplo del servicio a los hermanos. Surgiendo así, dos grandes sacramentos, la Eucaristía y el Orden Sacerdotal, síntesis de todos los dones que Dios dirige a los hombres, señal de amor como entrega y como servicio hasta el fin.

El Viernes Santo, rememoramos el día en que Jesús, después de haber sido preso, juzgado y condenado, carga con su propia cruz hasta el calvario y es crucificado, muerto y sepultado. En ese día, los cristianos son llamados a practicar el ayuno y la abstinencia de la carne, en señal de penitencia y respeto por la muerte de nuestro Señor. El Sábado Santo, con la celebración de la Vigilia Pascual, centro de la Semana Santa, el Pueblo de Dios celebra la Resurrección, expresión de esperanza. Esta liturgia es consideraba la “madre de todas las vigilias”, porque la Iglesia mantiene la vigilia en la Resurrección del Señor.

Festejando con inmensa alegría el Domingo de Pascua, los fieles conmemoran el triunfo definitivo de Cristo sobre la muerte, por medio de la Resurrección, que abrió definitivamente las puertas del cielo a toda la humanidad. Día mayor para ser celebrado en casa, con su comunidad unida en la fe por las redes sociales, como prueba del amor inquebrantable de Cristo.

Que con un corazón abierto, todos podamos celebrar con fe y esperanza el misterio de la Pasión, muerte y Resurrección de Jesús.

Fuente: Texto basado en los escritos de Flavio Rogerio López

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