ESPIRITUALIDAD | Un corazón que ama

La palabra corazón, nos remite a la centralidad de la persona, a su núcleo, a su intimidad, por lo tanto significa su totalidad.

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Hablar del "Corazón" de Jesús es dirigirse a la segunda Persona de la Santísima Trinidad que asume la naturaleza humana para rescatar al hombre herido por el pecado. El amor presente en este Corazón es la gran novedad de la Nueva Alianza y es para cada criatura humana la posibilidad real y concreta de amar sin límites y sin dificultades.

Jesús se hizo obediente hasta la muerte de cruz por la salvación del mundo. (Filipenses 2,8) Y su Corazón abierto se convirtió en símbolo evidente de que el amor de Dios por el hombre alcanzó su límite extremo. "Habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo". Los Padres de la Iglesia siempre han visto en el lado abierto de Cristo, de donde fluyen  sangre y  agua, el símbolo de la Iglesia y de los sacramentos que brotan del Corazón de Cristo para la salvación de los hombres. El corazón traspasado de Cristo se convierte en el signo más elocuente del amor gratuito del Padre por la redención del hombre que rompió la alianza  con Dios. Por esta razón, Juan nos invita a mirar a aquel al que traspasaron. (Jo 19,34) Es necesario mirar, contemplar y comprender el gran misterio del amor revelado a través del sacrificio de la cruz. (Zc 12.10).

Mirando el Corazón de Jesús, se vuelve todavía más comprensible el amor de Dios por los hombres como un amor de condescendencia, de perdón, de acogida, de misericordia. Es un amor que se revela por un aliado más débil, más pobre e incluso infiel y pecador. Un amor capaz de asumir hasta las últimas consecuencias para devolver a los hombres la gracia divina de la filiación.

 

Apóstoles del Sagrado Corazón de Jesús

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